viernes, 26 de abril de 2013

Más allá de la vida

Ya hace tiempo que he perdido sensibilidad para la violencia en el cine, no me impacta, básicamente, si no está bien integrada me aburre, y mucho. Sigo pensando que es una buena herramienta para contar cosas, me motiva en ciertas películas, entre mis géneros favoritos está el cine negro, el de terror y el de acción que se valen de la violencia más o menos explícita. Pero la costumbre y el visionado de productos extremos hace que no me retuerza (bueno, alguna vez sí, pero es más cuestión del contexto. Ejemplo, el "Funny Games" de Haneke no tiene apenas violencia explícita pero te asquea cuando aparece). Así que ya no me motivan las películas "de asco" como antaño en mis tiempos mozos.
¿Y esto a qué viene? Pues que igual que estoy insensibilizado para la violencia (en el ¡cine! se entiende), no lo estoy para los dramas. De hecho, cada vez estoy más llorón. Y ayer lloré un rato viendo "Más allá de la vida" que sí, tiene sus defectos, pero te emociona, y mucho. Y suelto la lagrimita (o el llanto directamente), allí, en el sofá, solo, y me jode. De verdad que como decía la canción: "yo no quiero penas, dame alegrías" (creo que era unas sevillanas o así). Hay gente que se desahoga con el llanto, yo me siento una mierda y me deprimo. No es mi forma de escapar, yo tengo otros métodos más festivos.
Y Clint Eastwood consigue que llore cuando el cabrón quiere que llore. Una de las lloreras más grandes que me he pegado en una película es en la escena del coche de "Los puentes de Madison", cuando Meryl Streep se decide o no a irse con el Clint a hacer fotos por ahí y sostiene la puerta como si la fuera a romper. Hay un par de escenas de esta "Más allá de la vida" que consiguieron su efecto de sobra (la de los Puentes gana de todas maneras). Y si tiras un poco del recuerdo de sus películas tenemos emoción de sobra: "Bird", "Million Dollar Baby", "Gran Torino", "El aventurero de medianoche", "Bronco Billy",... Como director clásico que es, no hay nada más clásico que el melodrama estilo "Tú y yo" (otra que tal, la de Cary Grant y Deborah Kerr, cuyo final es imposible). Y como talento tiene para regalar, nos lo ofrece.
Por comentar un poco esta gran película el argumento gira en torno a tres personajes con sus tres historias independientes que, a poco que lo pienses, van a coincidir, seguro: en San Francisco un vidente con talento natural para contactar con los muertos (un excepcional Matt Damon); un niño londinense que pierde a su hermano gemelo; y una periodista francesa que sobrevive a un Tsunami (Cécile de France). Al haber tres historias distintas conectas más con unas que con otras y, para mí, la de la francesa es la más tópica e innecesaria;  la del niño está bien, simpatizas con él; y la de Matt Damon es la mejor: por escritura, interpretación y originalidad seguramente. Esta sola historia hizo que me atrapara toda la película: hay una escena con Bryce Dallas Howard durísima, emocionante. Y Matt Damon lo borda, no entiendo cómo se ninguneó a la película y se le obvió para el Óscar.
La conclusión es obvia: merece la pena las dos horas de viaje (y, por favor, olvidaos de la "traducción" castellana, el original es el más mejor "Hereafter"). Y eso es decir mucho. Así que la veis y la comentáis, plisssssss! (es que no huelo un comentario en semanas y esto es mú triste, a ver si me voy a echar a llorar).


jueves, 25 de abril de 2013

Hard Cash (que, cómo no, aquí se retituló, "Dinero susio")

¿Por qué alguien se puede decidir a ver esta peli y no pararla a los 10 minutos? Por el despropósito que supone ver a tres antiguas estrellas del Hollywood de los 80-90's arrastrándose por un plato de lentejas (o por unas cuantas rayas o por un par de botellas de Bourbon). A saber: Christian Slater, Daryl Hannah y ¡Val Kilmer! Más gente como Balthazar Getty ("El señor de las moscas", "Carretera perdida"), Verne Troyer (el mini-yo de "Austin Powers") o William Forsythe (éste sí más relacionado con la serie B o Z, pero gran actor secundario). Todos en una producción de la amada/odiada Millenium Films/Nu Image de Avi Lerner y Boaz Davidson que algunos llaman "la Cannon de nuestra época" no sin razón.
A ver si puedo resumir el artefacto: Christian Slater es un ladrón que roba a ladrón, en este caso, un traficante interpretado por William Forsythe. Con la ayuda de un cubano, un enano y una chica, lo intenta: delirante plan en el que el enano tiene que ir camuflado en la barriga de la chica, para luego esconderse en el baño (¡hey, que esto es como el caballo de Troya! ¡Ah, los clásicos!). Total, que todo sale fatal, lo meten en la cárcel (sólo a Slater) y cuando sale, en un año o así, vuelve a las andadas enseguida. Otro plan de mierda en una casa de apuestas lo lleva, primero, a liarse con los delincuentes más cutres de la ciudad; segundo, encontrarse con el corrupto agente del FBI que tiene la jeta de Val Kilmer (sin duda, lo mejor de este excremento); tercero, buscarse la perpetua a costa de una hija a la que se supone quiere un montón (una pelirrojilla babosa). Entre medias se reencuentra con el cubano del principio, un ioputa que tiene la costumbre de cortar manos. Ah, y hay un espalda mojada chicano que sale en varios momentos de la película: escapando de no se dónde, vendiendo por la calle para que le atraquen y, en un supuestamente divertido acto final, masacrando al cubano y sus compinches con una metralleta. En fin, de lo más normal.
La película entra directa en esa categoría de "malas pero divertidas" por sus continuos errores e intenciones desaprovechadas. Tiene diálogos memorables (el Kilmer diciendo: "Me siento hecho papilla... como el hombre papilla"), una trama embarullada que no lleva a ningún sitio, interpretaciones alucinógenas (los excesos pasan factura, cada vez más, y la pobre Daryl Hannah está pa' los restos),... Parece que después de pagar al cast no les quedaba ni para pipas porque los escenarios, efectos y escenas de lucha y persecución son de una factura modesta, por decirlo de modo agradable. Vamos, que en las escenas de coches y lanchas tiran de pantalla de proyección, lo que da lugar a más de una risión.
Así que si tenéis muuuucho tiempo libre, que la echan en el Paramount Channel, es un ejemplo de cómo NO se debe hacer una peli de acción y un cementerio de elefantes para unas otrora estrellas de Jolibú ("estrella de los estropajos vas a ser tú", que decía la coplilla).

PD: Una pregunta de quiz: ¿En qué otra (gloriosa) película coincidían Kilmer y Slater? Si no comentáis, no contesto.

El que sale en la peli no es este, es el que se comió a Val Kilmer

jueves, 18 de abril de 2013

David Mamet



Los hados sonríen cuando nos topamos con alguna obra escrita o dirigida, o ambas cosas, por el gran David Mamet. Dramaturgo reconvertido en guionista porque tenía talento y por su reconocida cinefilia, empezó dirigiendo una pequeña obra maestra de artesanía llamada "La casa del juego". Allí ya encontramos constantes de su cine como director: el engaño como arma y forma de vida, mezcla de personajes de alta y baja estofa, giros de guión sorprendentes, una dirección sensata, clásica. Además ya aparecen actores como Joe Mantegna, William H. Macy o Ricky Jay que salen en muchas de sus películas manteniendo una galería de actores fijos a la manera de directores como John Ford.



Pero yo lo descubrí unos cuantos años después, con una de sus joyas escondidas, "Homicidio", alquilada en mi videoclub habitual (el mítico Moi's). Una absorbente película que en su época relacioné más con el cine de Abel Ferrara por la obsesión que desarrolla el policía protagonista, otra vez Joe Mantegna, hacia la religión judía. Pero sólo es una comparación personal, la película es mucho menos sórdida que las de Ferrara y va por otros derroteros. Una de esas pelis de culto instantáneo por su extraña naturaleza entre el thriller convencional, el documento vivo de una sociedad tan cerrada como la de los judíos ortodoxos y una tesis sobre la fe y la vida. Y tiene uno de los finales (que no voy a destripar) más inquietantes que recuerdo.

Evidentemente, rebusqué en lo que restaba de su filmografía como director: la mencionada "La casa del juego" y "Las cosas cambian". Esta última es una comedia agridulce donde un modesto y anciano zapatero es contratado por la mafia para que se autoinculpe por un crimen cometido por un jefe de la mafia con el que guarda cierto parecido. El anciano acepta y queda bajo la custodia de un matón (otra vez Joe Mantegna) el fin de semana antes del juicio. Una cosa lleva a la otra (entre ellas que el mafioso está bajo presión por un error) y terminan saliendo de la habitación del hotel del que no deberían salir para pasar los mejores días de su vida. Una película vitalista y entrañable con un par de actores en estado de gracia y un guión a su altura (el zapatero es Don Ameche, uno de los abueletes de "Cocoon"). Otra gran película, tres de tres.

Luego se toma un descanso donde no para de adaptar y escribir guiones magistrales. En los 80 ya lo había hecho: "El cartero siempre llama dos veces", "Veredicto final" y "Los intocables", nada más y nada menos. Pero en los 90 se dedicó a adaptar sus propias obras de teatro al cine como guionista (la magnífica "Glengarry Glenn Ross" -con uno de los mejores repartos masculinos de la historia del cine- y "American Buffalo") o director/guionista ("Oleanna", la única película que no he visto del autor). Más, la reivindicable "El desafío", "Hoffa", "Ronin y "Vania en la calle 42" (el testamento cinematográfico de Louis Malle).

A finales de los 90 retoma dirige una de sus películas más frívolas o juguetonas: "La trama" (de nuevo la traducción española se carga la gracia del original "The Spanish prisoner" y lo adapta de manera impersonal -y repetida, es también una película de Hitchcock, "The Plot" en el original-). Un juego de astucia con macguffin (el dichoso invento) del que desconocemos su naturaleza pero sí su importancia. Hasta el momento seguro que su película más ligera, menor pero con mucho encanto. Claro que si lo comparamos con sus coetáneas, cualquier película de Mamet supera ampliamente a la mayoría. Y sin duda pocas películas de los 90 han llegado tan frescas como esta. También ha sido uno de los (pocos) intentos de Steve Martin de salir de su rol de payaso, intento que supera con sobresaliente. La poca repercusión de esta película (y todas las de Mamet) supongo que le impidió seguir probando otros registros, una pena. Ah, y es la única película del director que he podido ver en cine. Recuerdo que para mucha gente de mi entorno fue una grata sorpresa.

Así que Mamet seguía labrándose una carrera de pequeñas (pero geniales) películas como director que sólo parecía apreciar una minoría, mientras mantenía una reputación de guionista de éxitos de calidad (a la lista me remito). Es ese tipo de fenómenos para mí inexplicables, es, en verdad, un tipo a reivindicar (también por mi interés: la mayoría de sus películas están descatalogadas o tienen ediciones mejorables). Culmina la década de los 90 con otra película para mí menor, "El caso Winslow": inspirada en hechos reales donde el honor y la verdad siguen siendo temas prioritarios. Y el reparto incluye a dos actorazos como Nigel Hawthorne y Jeremy Northam (también de culto pero actorazos). No es la mejor de sus películas pero se ve con agrado.

En los '00 continúa su labor de guionista de primer orden con "Hannibal" y, sobre todo, la adaptación de su obra de teatro "Edmond". Una gran película dirigida por Stuart Gordon que describe la bajada a los infiernos de un hombre de clase alta que, de repente, se da cuenta del vacío de su existencia (bajo la influencia de una echadora de cartas) y se dedica a buscar la felicidad en lugares poco recomendables. A la manera de un Ulises perdido y desorientado vaga por un siniestro New York y... mejor no contar más. Quizás es la película más introspectiva y extraña de Mamet y supongo que, por eso, es un material que prefería no dirigir. La elección de William H. Macy (probablemente también lo hizo en teatro pues es uno de sus actores fetiche) no puede ser más acertada clavando su papel de macho infeliz intentando recuperar su dignidad, fracasando estrepitosamente (o no, interpreta su final como quieras).


Paralelo a su papel de guionista y dramaturgo, sigue dirigiendo películas cada vez con menos repercusión (si cabe) pero muy dignas, aunque su serie de TV tiene un éxito sorprendente y merecido. Y dignifica un género malinterpretado en muchas ocasiones como es el de acción con "Spartan" (magnífica y modesta -por presupuesto- incursión en el thriller de acción, en un momento en el que toda peli de este tipo debía ser como la saga Bourne, saca adelante y con Val Kilmer (!) un dignísimo film de espías, conspiraciones y traiciones, menos convencional de lo que aparenta), la interesante serie de TV "The Unit" (retrato de una unidad de operaciones especiales y sus familias, donde dirige y guioniza varios capítulos y se acredita como creador y productor) y su última película, "Cinturón rojo". Aparte, es más cine negro que de accion, queda "El último golpe" una especie de "Atraco perfecto" que no lo es, por supuesto. Para mí, la más regular del lote aun con el nunca suficientemente admirado Gene Hackman. Pero, insisto, todas las películas de Mamet son entretenidas, técnicamente precisas, con grandes interpretaciones y guiones decentes. Y esto es decir mucho en estos tiempos.


Entre medias su primera y única comedia disparatada, "State and Main": una sátira sobre Hollywood y su realidad que contrasta con la sociedad de un pequeño pueblecito en el que van a rodar una superproducción. Se deja ver y es muy divertida por momentos (marca de la casa). El tema del cine dentro del cine también lo toca en "Cinturón rojo" y, probablemente, es una manera de ajustar cuentas con una industria que no lo ha respetado lo suficiente. No lo malinterpreto, simplemente creo que a veces hay que desahogarse. Y su retrato de actores, directores, productores y técnicos tiene tanto de crítica como de cariño y comprension. Muy americano.

Finalmente llegamos a "Cinturón rojo", que era la excusa de esta reseña (pero es que a David Mamet hay que ponerlo en el altar que se merece). ¿Una película de artes marciales? Pues sí y no: es una película de David Mamet sobre un hombre bueno (buenísimo) que dirige un gimnasio de artes marciales (no me preguntéis de qué tipo porque era algo como japonés-brasileño). Comenta Mamet que su interés surge de su propia experiencia como alumno y la idea de usar la filosofía de la lucha oriental como metáfora de las relaciones humanas. Así que deja claro que cuestiones como el honor, la dignidad y la espiritualidad no tienen cabida en este mundo superficial, codicioso y materialista. Y vaya si lo deja claro: la película emociona y mucho. Se aprovecha de un actor en continuo estado de gracia, Chiwetel Ejiofor, para dar verosimilitud a un hombre noble que sufre un proceso de tentación, penitencia y, finalmente, reafirmación. Esta es la ventaja del arte sobre la vida: en el arte todo es posible. Y, creedme, tiene el final que tiene que tener, un majestuoso final.

Bueno, esta reseña tiene un final agridulce pues esta película es del 2008 y no hay nada reseñable sobre Mamet (unos cuantos cortos según figura en el Imdb) hasta hoy. Y es que este año, aparte de algún proyecto, ha estrenado una TV movie sobre Phil Spector. Ávido estoy de poder conseguirla: en el reparto Al Pacino, Helen Mirren y Chiwetel Ejiofor (!). Y producida por la HBO. ¡Gracias por seguir ahí, señor Mamet!

PD: Y a ver si todos os ponéis a consumir con avidez la obra de este jrande. Y lo comentáis, por supuesto.

viernes, 12 de abril de 2013

Daddy Nostalgie

Esta es la historia de un desamparo. A veces, asistes a la función y te quedas sólo con un parte, con la que te interesa, te implicas o te identificas. La historia de "Daddy Nostalgie" es la historia de Caro, hija de dos vividores. Es la historia de cuando ella y su madre tienen que asumir la pérdida del padre, porque se muere, no se sabe si en un día, una semana o un año. Entonces se enfrenta al dilema de acusarlo por su fracaso como padre o disfrutar de lo que le queda de vida. Y es lo que debería ser porque el arte es así de hermoso y nos ofrece esta película pequeña y sensible.
Supongo que al verla tienes la sensación de la realidad del relato, cuando llegas a cierta edad probablemente hayas tenido que asumir esa clase de pérdida, incluso asistir a la coda final de alguien muy cercano. Y la película es dolorosamente dulce en cuanto la hija arropa a su padre, lo mima, lo huele, disfruta de sus últimos alientos con devoción y respeto. Es lo que debería ser. Es hermoso.
Y me ha recordado cosas, algunas buenas y otras no tanto. De todas las películas que he comentado en este blog es la más necesaria.

-¿Have I been a good father?
-Ghostly,... but you made me dream and laugh.

PD: Dirige Bertrand Tavernier, un creador cercano y comprometido, que guioniza con su mujer, Colo Tavernier O'Hara (supongo que de ahí el carácter bilingüe del film). La protagonizan con mucho talento Jane Birkin, Dirk Bogarde y Odette Laure (un descubrimiento para mí).


jueves, 11 de abril de 2013

VIPs

¿No es extraño cuando de repente te das cuenta de algo que ya sabías pero, simplemente, no habías tenido necesidad de reconocerlo, definirlo, expresarlo o pensarlo? Ayer tuve esa sensación que tropezó con otra casi inmediatamente: ahora me pasa en soledad, antes me pasaba con vosotros. No sé quién dijo que esperaba que si se le ocurría algo genial le pillara trabajando (o algo así). Pues cuando estaba con vosotros sucedía que lo poco genial que se me ocurría, de entre todas las tonterías que se me pasaban por la cabeza, me pillaba "trabajando", es decir, en una cafetería, delante de una mesa con jamón y tostadas de tomate o en el bar más inmundo. Y con ustedes. Y era recíproco, interactivo. Luego, hacíamos el compendio y nos quedábamos con lo güeno. Tuve el inmenso honor de compartir mesa y panchitos con gente como vosotros. Gente importante. Y no me digáis que es fácil o que no es así porque os mando a la mierda. 

PD: Lo del principio ha sido una sucia excusa para daros las gracias por lo de siempre, pero es cierto, tuve esta absurda reflexión (que ya sabía): cuando me duele la cabeza -que, como todo el mundo sabe, es que tienes fiebre- me quiero morir (es decir, que me rematen). Creo que soy el peor enfermo del planeta. Nada especial, pero, y aquí está el detalle, me lo hubierais escuchado un jueves por la noche. Gracias.

                                       Gran película y mejor persona

viernes, 5 de abril de 2013

Evil Dead

Hacía tiempo que no sentía tanta expectación por una película como por este remake de "Posesión infernal". Los trailers y pósters y fotos auguraban un producto decente, pero suponía imposible que me impactara tanto como lo hizo la primera por factores evidentes: la vi con once años y está en ese mi selecto club de películas que he visto más de 25 veces (o más de 50 en este caso). Mi adicción se convirtió en devoción a Sam Raimi y el hecho de haber visto dos veces "Por el amor al juego" sólo para comprobar que Raimi salía en los créditos. Joder, si hasta me peleé una vez con un tío durante la proyección de "Premonición" porque no paraba de hablar (esto es casualidad, pero casualidad con Raimi, es decir, reincidencia). En otro orden fanático, mis nombres en los juegos de rol siempre eran "Evil Dead" o "Evil Ed", así como los que me pongo en los scores de los juegos -ya sabéis, cuando se bate un récord de puntuación o así-.
No se me olvidará en la vida la primera vez que vi "Posesión infernal", alquilándola clandestinamente en el desaparecido "Videoclub Motril" (el de los alquileres a 20 duros) durante una Semana Santa (muy propio, vamos). Aproveché una escapada familiar a las procesiones para quedarme sólo en casa y verme "la película". Ya había oído hablar suficiente sobre ella por conocidos que la tachaban de legendaria. Y vaya si lo era. La carcasa del VHS estaba ya gastada de los alquileres que llevaba y, con la icónica mano saliendo de la tumba, venía la famosa crítica que acuñó Stephen King: "La mejor película de terror de la historia" (o así, que lo digo de memoria).
Posteriormente cayeron unos cuantos alquileres más, hasta que conseguí una grabación propia de la manera más inesperada: la programaron en la TV local de mi pueblo. Era un programa doble con "Este muerto está muy vivo" y "Posesión infernal". Y como postre, una porno que ponían siempre los sábados de madrugada. Y aunque "Evil Dead" es la que más he visto, las otras dos fueron disfrutadas en su momento más de una vez (la porno se llamaba "Visitantes inesperados" o así).
En la época tenía un listado de mis películas favoritas, mi top five particular: Blade Runner, Harry el Sucio, Apocalipsis Now, Con faldas y a lo loco y Posesión Infernal. La verdad es que no ha cambiado mucho.
Es la película de la que tengo más gadgets (y eso que no soy muy coleccionista de este tipo de cosas): pósters (del que estoy más orgulloso es el original de videoclub de "El Ejército de las Tinieblas"), el muñequito de Ash con su mano motosierra, el juego de cartas, postalitas con fotos, libros con análisis de la película, recortes de toda índole,...
En fin, si no os apabulla esta colección de absurdas anécdotas personales que-sólo-me-importan-a-mí, por lo menos, entenderéis porqué me he saltado mi rígida situación socio-familiar y me he ido "solico" a ver el remake de "Evil Dead", el primer día y la primera sesión, unos 26 años después de mi primer "Posesión infernal".
Y, ¿cómo está este nuevo comienzo? Curioso me resulta que empiece con un prólogo que me recuerda poderosamente al de "Arrástrame al infierno": no es que cuenten lo mismo, es que ambos presentan el mal que luego va a martirizar a los protagonistas de verdad. Buena elección, es un principio distinto que lo separa del original y está bien contado, crea cierta tensión. Además, no hay que ser remilgado con la información porque la mayoría del público de esta peli ya sabe lo que se va a encontrar.
La cosa pierde bastante fuelle en la presentación de personajes, aunque me parece bien el macguffin con el que justificar que unos jóvenes bien alimentados se metan en tremendo cuchitril (esto en los 80 se vería más normal): la chica protagonista, Mia, está intentando desengancharse así que amigos y su hermano mayor se reúnen para que lo consiga en medio del bosque más frondoso imaginable y así le sea difícil escapar. Pero, ay, los personajes o los actores o sus diálogos no funcionan, no conectas con ellos ni una mijilla. Así que la parte de "me estoy quitando", regulera. Y no sé si ha sido cosa del montaje pero la novia del protagonista apenas esboza un par de frases hasta que le toca su momento despiece. La chica tiene que estar contenta, vaya papelón.
Si recordáis la primera, hay una mítica escena clonada en esta, pero de muchísimo menor impacto: la de la violación del bosque. Donde en la primera daba mal rollo, aquí no lo consigue y la aparición de una chica salida directamente de "El grito" o alguna de esas de terrores orientales no ayuda en absoluto. La estética y resolución parecen sacados de un manga de esos de tentáculos.
Luego hay escenas logradas pero un tanto inconexas, los actores o los diálogos o el guión o algo no funciona lo suficiente. Aunque es innegable que está bien dirigida, es bruta, destierra el CGI y devuelve al maquillaje su importancia. Los desmembramientos dan mucho yuyu: los miembros no se separan limpios, se desgarran, se ven los cartílagos, mucha sangre. Esto está bien.
Pero hay algo en lo que parece empeñado el equipo de la peli y es en dar susto: pero no lo logran, los sustos son de todo a cien (reflejos, la típica figura que aparece de repente, golpes o música chirriante).
Un detalle que me ha gustado: ese momento en el que al de las gafitas le da la risa, como diría mi madre, por no llorar. Todo un homenaje al espíritu de la primera, donde los personajes terminaban desquiciados por la locura que les rodeaba. Y otro: después de un sonrojante primer epílogo, la lucha con el demonio final. Mismo tanto a favor: coger el espíritu de la primera y adaptarlo. El problema es que la película no recurre demasiado a ello. De hecho, es mi pelea favorita, de lejos, de toda la película. Y ocurre al final.
Ah, hay que terminar los créditos (en mi sesión fui el único que me quedé, con la de veces que hay alguna sorpresilla en este tipo de películas), no opino para no destripar, vamos.
Conclusión: discutir sobre la necesidad de los remakes es una estupidez, así que fijándonos sólo en la película en sí, no está mal. Pero es inevitable establecer comparaciones ya que esta película se vende con marca. Y ahí pierde sin duda: como escribí al principio de esta apresurada reseña, la primera "Evil Dead" la he visto unas cincuenta veces, con esta voy a pasar el rato una y no más (bueno, la veré también en VO, sobre todo por un detalle, no digo más).

PD: Lo de apresurada es cierto, es la primera vez que escribo una reseña de cualquier tipo tan rápido. Cosas del directo y de la nostalgia que me ha entrado. ¡Comentad!