martes, 24 de mayo de 2011


Compendio: últimamente pienso mucho en la futilidad de la existencia. Creemos que la vida son los grandes momentos y, en realidad, la mayor parte de ella son hechos sin importancia como éste. Aprender a disfrutarlos es complicado pero se puede. La sola idea de que me sigáis por el hilo de Ariadna que intento tejer es gratificante. Pensé mucho en vosotros el viernes pasado: debería haber estado allí. Me hizo sentir tan fuera de lugar como lo estoy en este agujero, aunque estaba donde tenía que estar. Es la división entre cuerpo y alma. Mi cuerpo está aquí, mi mente está en otro sitio. La armonía es cuando ambos se encuentran. El resto es estar solo entre la multitud, triste en una fiesta, perdido en una habitación (la mitad son paráfrasis de canciones).
Hay personas que siempre parecen distraídas, descolocadas, como Woody Allen. "Medianoche en París" es una joya, una perla, una flor distraída en estos tiempos tan extraños. "Lo estuve pensando antes, en esta época aún no tenían antibióticos": así despacha uno de los grandes momentos de esta película un genio que andaba algo vago últimamente. Pero esta película recupera al mejor Allen: irónico, romántico, fantástico. Si partimos que este hombre tiene modelos arquetípicos "Midnight in Paris" es como "La rosa púrpura del Cairo". Ambas describen personas descolocadas de época, de situación, en estados anímicos desacordes con su entorno, y encuentran el equilibrio en la fantasía y la creación.
No sé si recordaréis que comenté una extraña película, "The Minus Man", ensalzando las peculiares virtudes de su protagonista, Owen Wilson. Casualidad que sea él, el escritor despistado que recorre el París de los años 20. Sé que no repetirá con él (Allen está encontrando sosias distintos para reinterpretarse: Kenneth Branagh, Larry David, Jason Biggs, Will Ferrell,... dependiendo de la edad y el rol) pero es un Woody Allen perfecto porque no intenta repetir los tics del modelo sino reinterpretarlos a su manera.
Lo que más me sorprende es la ingenuidad de la propuesta, propia de un autor que ya no tiene nada que demostrar. Esperemos tenerlo muchos años en activo que no ganamos para esquelas, y que se siga arriesgando: sacar en una película del siglo XXI a Hemingway, Fitzgerald, Dalí, Buñuel, Picasso o Toulousse Lautrec y no parecer impostado tiene mérito.

PD: Esta entrada estaba aquí desde hace un mes y pico. Han pasado algunas cosas desde entonces. Lo más curioso de mi estado anímico es que paso de la euforia al fatalismo en un chasquido. No sé por qué me ha dado por pensar en la muerte y el tiempo que se me agota. Creo que ha sido una alergia complicada y las tardes desechadas. Y las ausencias. Por eso esto aún tiene sentido: el vuestro.