jueves, 30 de octubre de 2008

Noche de brujas (y brujos)

Todavía disfruto pasando miedo. Lo justo y siempre con las excusas que conocemos: una película, un relato, alguien contando una historia, ... Aunque creo que prefiero el término "mal rollo" o el inglés "disgusting" (algo así como vomitivo o asqueroso). Esto es lo que se dice tener miedo en un entorno protegido, sabiendo que es una fabulación, un teatro. Eso es placentero, incluso catártico. Lo que no lo es tanto son los miedos reales: los de la hipoteca, las peleas, las tensiones de pareja, las guerras, las enfermedades, las reformas de casa o la factura del taller. Eso sí que da miedo. Todavía recuerdo esas noches con "a ver cómo y cuándo llego a casa". ¿O no es miedo a cómo me verá cuando iba hecho un "pinchito" los viernes o los martes? Esos miedos no molan.

PD: Hoy no me da para más. Pero la pregunta es la siguiente: ¿qué os da más miedo?

miércoles, 29 de octubre de 2008

The grapes of wrath

Hoy estoy más tranquilo, en calma chicha como se suele decir. Y hoy es mi segundo día en el dentista. Es la primera vez en mi vida que voy a una consulta odontológica (si exceptuamos un diente que me quitaron hace tantos años que no me acuerdo y culminó con un "Pantera Rosa", ese polo rosa 100% artificial de Camy). Lo curioso es que, a pesar de lo poco que he requerido los servicios de un dentista, trabajé un tiempo como chico de los recados de un protésico dental (no entro en detalles porque es algo doloroso para mí, hablando en serio) y visité muchas consultas para llevar encargos. Creo que los ruidos y comentarios que escuché me terminaron de quitar las ganas de intentarlo. Además, son consultas muy asépticas, más de lo habitual, y los dentistas tienen un punto chulesco algo antipático (son como los Ferrari de la carrera médica junto con los cirujanos plásticos).
Cosas: todo el mundo habla de crisis pero yo me siento un poco ajeno a un fenómeno que todos sabíamos que iba a ocurrir. Todo son palabras huecas, diálogo de besugos, nada que no se haya dicho ya. En España nos hemos olvidado de tiempos no tan pretéritos cuando los que éramos más jóvenes no disfrutábamos de la bonanza de estos últimos años. Y no me sentía infeliz. Así que esta sociedad nuestra a lo mejor necesita un enema (parafraseo a Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton), un toque de humildad, para hacer las cosas mejor y más pegadas a la realidad, a lo básico e importante. Cierto que disfrutamos de una posición envidiable en esta coyuntura, pero cierto es que hay personas que podrían haber gestionado mejor la riqueza que han disfrutado y parece haberse volado en dos días. Cuántos chicos de veintitantos, ganando un pastón en la obra, se lo han gastado todo en tunear el coche o en días de farra. ¿Y es culpa de las stock options, del neoliberalismo, de Bush o de Zapatero que ahora se vean a dos velas? Aquí pega lo de la fábula de la cigarra y la hormiga en versión proletaria o empresarial. Y que conste que no me olvido de las cenicientas de este cuento que son los que vivían apurados en tiempos de bonanza y ahora se las ven negras. Por eso me alegro de la postura de un gobierno que no quiere ceder en las prestaciones sociales y que, espero, gestione adecuadamente (igual que critico que no modifique unos presupuestos que benefician claramente a "sus" autonomías frente al bien general en proyectos oscuros de soberanía). Hasta aquí la política. Sólo una anécdota: por primera vez en muchos años he visto a una mujer yendo de portal en portal pidiendo comida para sus hijos porque los bonos de comida de Cáritas se habían acabado. Triste.

PD: Premio para el que traduzca el título de hoy (obra clásica, universal e imprescindible adaptada al cine por un grande entre los grandes, John Ford). ¿Qué es peor una crisis económica como la actual o la crisis de valores que llevamos observando una década?

martes, 28 de octubre de 2008

Pero, ¿esto qué es lo que es?

Estoy leyendo a una filósofa judía llamada Hannah Arendt (gran libro, "La condición humana") donde critica al existencialismo por marcar el "yo" como único y personal (una clase de onanismo existencial). Defiende la idea de que el "yo" se define por los demás, por el entorno (yo soy yo y mi circunstancia), el hombre es un animal social. Así que desechemos que somos una isla y tomamos el ferry cuando salimos ahí fuera. Somos lo que somos más los que nos comparten. Y, en muchos aspectos, eso da sentido a nuestra existencia, puede ser uno de los sentidos de la vida y cómo: tomar unas cañas y una buena conversación con mejor compañía es un ideal de vida.
Esto de la conversación, de la dialéctica entronca con otro ideal filosófico, el de Platón. Platón decía que la memoria es conocimiento y éste se alcanza con la dialéctica. Así que, concluyo: si me tengo que definir por vosotros soy un tío de puta madre y si he tenido el gusto de conversar con vosotros he aprendido un huevo. Me siento afortunado (de ahí, esas gracias simples pero sentidas).
Luego tenemos otros condicionantes: la mente es un animal extraño incluso la nuestra propia y juega muy malas pasadas. Pero eso es otro asunto.

Otro: estuve pensando el otro día sobre la "buena" o "mala" intención. Pensando en si eso nos disculpa: debo decir que yo echo mano muchas veces de ese recurso, "lo he hecho sin mala intención". Pides perdón, rectificas, aprendes a no repetirlo, pero... ¿nos exime de la culpa? Supongo que aquí entra nuestra educación judeocristiana de hacer algo de acto y pensamiento. A veces me asusto de lo que pienso, de las ideas e imágenes que cruzan mi mente y te puedes sentir culpable sólo de la idea. Si lo reflexionas, sabes que está mal y lo practicas: eres culpable. Si simplemente lo haces sin reflexionar (no sé vosotros pero me pasa que me cuesta reflexionar cuando estoy eufórico): no eres culpable, no lo has meditado, medítalo. Ése sería el pensamiento cristiano (hiperbolizado con la culpa por el simple pensamiento: en esto el cristianismo se vuelve un poco vulgar al pretender saber cómo funciona la mente humana, no se pueden controlar los pensamientos), que, por cierto, comparte con el existencialismo (no somos responsables de lo que hacemos irreflexivamente, independientemente del hecho en sí -desde un mal comentario a un asesinato- véase "El extranjero" de Albert Camus), pero los actos perduran y erosionan relaciones. Y creo, firmemente, que los pensamientos también lo hacen: las ideas recurrentes a veces se hacen realidad.
Esto se complica, hay muchas ramificaciones: yo, los demás, unas relaciones establecidas, pactos no escritos que se incumplen, formas de ser, imponer nuestro criterio sobre el de los demás,... ufff. Lo cierto es que partiendo de algo que parece sencillo (la buena o mala intención) se llega a un complicado mundo de posibilidades que me asfixian.
Por esto os necesito, necesito vaciar estos pensamientos, hacerlos vuestros también y conseguir algo de racionalidad y sencillez en el camino.

No sé si me vais a entender del todo, pero creedme: lo habéis hecho, lo hacéis y,espero, lo haréis por muchos años.

PD: hoy esto está un poco cargado, así que suelto lastre. Una palabra "poncho", una película "Top Secret", un chiste "mamá pan, y se murió", un apodo "miqueta", una canción "Twist and shout", un libro "Sin plumas" de Woody Allen... "esas son las cosas que me gustan a mí" (¿recordáis la canción de "Sonrisas y lágrimas"?). Pues eso.

lunes, 27 de octubre de 2008

Sólo una cosa: gracias.

PD: A ver si luego puedo meter una morcilla más grande.

jueves, 23 de octubre de 2008

Malos tiempos para la lírica

Con esa voz lánguida Germán Coppini expresaba un estado de ánimo que me viene al pelo. No tengo tiempo para la reflexión pero sí para recomendaros un par de pedazos de arte perfectos para esta época que empieza a parecerse al otoño.

"Rainy Day Music" de Jayhawks es el disco ideal no sólo para días de lluvia sino para esos momentos en donde sientes que nadie te entiende. Estos tipos (o el gran Gary Louris, guitarrista, cantante y alma del grupo) te entienden. Hay una canción que reza: "Don't expected to see / it's important to me / I guess it´s just one man's problem". Sólo estos versos resumen mucha de la incomprensión que a veces encuentras en los demás incluso en los más cercanos. Con ese tono final de aceptación reconfortante, esto es una joya para mí (es el típico estribillo que decides volver a escuchar y gritar si encarta). En fin, que todo el disco es increíble y también marcó el cierre de una etapa gloriosa de Jayhawks que ahora parece remontar. Veremos.
"Robin y Marian" de Richard Lester. No sé porqué siempre termino viendo esta película en otoño. Si no la habéis visto, ya estáis tardando: Sean Connery y Audrey Hepburn interpretan la historia de amor de Robin Hood y su amada en el ocaso de sus vidas con deudas pendientes que pagar. Es ese tipo de películas que denominan de "romance otoñal" (en esa cronología, el invierno sería la muerte) pero es universal. No hay palabras, sólo gestos y miradas. Preparaos los pañuelos porque con ésta llora hasta Hulk Hogan.
Así que, como no tengo yo personalmente tiempo para la lírica, se la cedo a los creadores.

PD: Ya podéis hacer recomendaciones otoñales, que está lloviendo. Abrazos.

martes, 21 de octubre de 2008

Me corto las venas o me las dejo largas

No tengo tiempo. Así que no he podido editar nada en estos días. Parece que la semana horribilis está tocando a su fin y quiero tener más continuidad.
Cosas: un tema que no he tratado como se debía es el tema de las peluquerías. Los que me conocen saben de mi aversión por ir al peluquero (me gustaría que un golpe de aire hiciera el trabajo). Todo parte de un trauma infantil (como casi todo, es la época que forma el carácter): acudía al peluquero de toda la vida, cuando existían barberías y eso de unisex se refería al hermafroditismo, y ese individuo, que había aprendido en la mili por cierto, se dedicaba a machacarme las orejas (siempre me hacía unas heridas horribles que se acentuaban con el uso de las gafas -recuerdo incluso haber llevado algodones para atenuar el dolor, os podéis imaginar la estampa-) y voltearme la cabeza de un lado a otro, amén de la inquietante vibración que producía la maquinilla eléctrica y el sonido rasposo de la cuchilla clásica amenazando mi nuca. Aparte de eso, normalmente desperdiciaba de una a dos horas en ese antro (un cuchitril, con canario incluido) y tenía que soportar la típica conversación cuartelera de los paisanos de turno (como un bar de viejos). ¡Y siempre terminaba haciéndome el mismo corte de marinerito! Joder, parecía que iba a hacer la primera comunión todos los meses. Para completar el cuadro, siempre había un tipo allí que me daba mucho miedo, se dedicaba a barrer los pelos sobrantes y parecía un tarado sicópata con antecedentes penales (también lo veía en la iglesia y, por lo que parece, le daban unas monedas por ayudar al cura a llevar los cirios). Con este panorama para mí eso era el tren del terror, un viaje con retorno a la locura de los mayores.
Cómo no, terminé dejándome el pelo largo, en cuanto pude, y así estuve siete u ocho años sin pasar por una peluquería. Al regresar, por circunstancias que prefiero olvidar, decidí ir a peluquerías de señoras (o unisex, que viene a ser lo mismo) donde por un poco más (el corte masculino es mucho más barato) te lavaban el pelo y te cortaban con mimo. Pero, aun así, sigo sin ganas de ir. Intento alargarlo lo más posible, hasta que ya no lo aguantan más (sí, tenso la cuerda lo justo) y eso suelen ser cinco o seis meses. No está mal, dos o tres veces al año.
Ahora me surgen ciertas dudas sobre el negocio. Primero, ¿por qué hay que hablar mientras te cortan? Vale que no te obligan pero provocan un silencio tan incómodo que tienes que decir algo (es como estar en un ascensor pero con alguien manoseando tus pelos). Podrían poner la música o la radio muy alta y problema resuelto.
Segundo: ¿por qué no puedes reclamar el corte que te han hecho? Sabido es que da igual qué indicaciones le des a la peluquera que te va a hacer lo que le sale de dentro (como un artista caprichoso) porque quién coño eres tú para decirles qué te sienta bien (como los albañiles/ pintores/ fontaneros). Yo pido un corte normal pero siempre me salen con "te lo dejo más corto por aquí" o "esto está de moda ahora". Entonces, visto que hacen lo que quieren y que después de haber malgastado como poco una hora de tu tiempo sólo quieres salir de ahí pitando, con lo que no te fijas bien en lo que te han hecho, ¿por qué no puedes volver al día siguiente y decirles que rectifiquen o que te devuelvan el dinero? Debería ser como la ropa, te la pruebas en la tienda, la compras pero tienes la opción de devolverla. Cuántas veces sales de la peluquería te enfrentas al Gran Jurado y tienes que oír "demasiado corto te lo han dejado", "te tendrían que haber dejado el flequillo", "mucho te han dejado", "¿para eso has ido?" (parecen los Yoda del corte de pelo). Así que deberíamos exigir la reparación de la faena.
Tercero: No sé si habéis pensado en lo peligroso que es la manipulación de unas tijeras cerca de tu cabeza. Me acuerdo que hace tiempo vi una película en donde cortaban la oreja de un pobre desgraciado mientras lo pelaban. Eso marca. Ese "click, click, click" que oigo en mi oreja continuamente me exaspera. A veces estoy a punto de gritar y salir con el babero gigante ése que te ponen a la calle a respirar. En fin, manías aparte, ¿no deberían tener un seguro de peligrosidad por si acaso?
Total, ya me he desahogado y, quizás, estoy preparado para otro corte inminente. ¿Algún consejo? (Y no vale lo de las revistas del corazón que ya me gustaría que pusieran cómics o algo para leer). Sip.
PD: Parece que la cuestión de los vaqueros no ha calado entre los cuatro gatos que leen esto. Pero lo de las peluquerías...

jueves, 16 de octubre de 2008

ATENCIÓN: PREGUNTA

¿Cuántos días seguidos soléis llevar los mismos vaqueros -sin lavarlo, se entiende-? Cualquiera que lea estas notas debería contestar sólo por el interés informativo. ¿Y un jersey?

PD: Se me ha ocurrido que podría usar esta técnica "Si lo sé, no vengo" (no me digáis que no os acordáis del programa) para esas preguntas que no deben quedar sin respuesta.

Angst

Esto de estar de nuevas a veces es asfixiante. Todo se hace como viene porque no tienes tiempo para pararte y pensar si estás haciendo lo correcto. Así me veo estos días, ni siquiera sé porqué titulé como titulé la anterior entrada. Tuve una evaluación horrorosa donde no se paraba de hablar y no me enteraba de nada. Ya me he estrenado en los partes. Y la chiquitina no da descanso, está en la edad y no para de cascar. ¿No lo veis? Me acelero.
Uno de los últimos comentarios de C. me ha hecho pensar en que los hombres no estamos genéticamente preparados para combinar colores. Al menos yo. No sé qué jodido color pega con la encimera o con la cómoda, no sé qué combina mejor con rojo o azul, y en los niños pequeños: pero si están bien con cualquier cosa, para qué vestirlos ya como mayores (es alucinante cómo visten los pijos a sus niños pequeños: como las juventudes nazis - camisa, jersey en los hombros, pantalones cortos y botas- pero con el caballito de Ralph Lauren y, como tienen muchos, ¡los visten igual! Da mucha grima). Por eso gasto vaqueros y camisas, eso pega con todo. La verdad es que me gustaría llevar todos los días exactamente lo mismo y usar camisas frikis para el domingo y festivos, pero no va a poder ser, chicos. Y a otra cosa. (Esperad: ¿y la indumentaria de profesor? Hay para todos pero me gusta el de camisa clara remetida y pantalones de pinza. Histórico).
Cosas: estuve viendo el primero de "Generation Kill" y, pasado el tópico del ejército americano, no está mal. No es gloriosa sobre todo por una dirección que no dice nada narrativamente (es la típica realización documental con planos continuos, sin pausas) pero el guión apunta cosas interesantes. Además, trata un tema (la segunda guerra de Irak) con la que los americanos tienen una relación amor/odio y será digno de ver cómo la tratan. Es de la HBO (nunca fallan: los Soprano, Deadwood, Roma, The Office, Curb your enthusiasm,... ) y los autores (Simon y Burns)hicieron ya una genialidad llamada "The Wire" (imprescindible, en serio).
PD: me tengo que ir, a ver si luego puedo otro rato.

martes, 14 de octubre de 2008

Michael Jackson

No me gusta que me presten atención (fijaos en el lenguaje: la atención "se presta" para "devolverla" después), que me hagan mucho caso. Es como este blog: es un desahogo que puede tener más o menos lectores pero no me preocupa demasiado, es eso, sólo vaciarse y luego continuar. Ya comentaba que si me decían lo bien que lo hacía en algo, empezaba a comportarme de forma torpe y termino fastidiándola. Tengo una teoría: parece ser que de pequeño era la alegría de la huerta, bailaba todo el rato, me reía, jugaba, me exponía a los adultos sin problema. La mayoría de los niños pequeños se comportan así, pero yo recibía un extra de atención porque era el único nieto de la familia, un varón (cuando eso importaba), etc. Así que tuve mis cinco minutos de fama y, por lo que se ve, me harté y me convertí en pocos años en todo lo contrario: reservado y extremadamente tímido. Es como si hubiera sido una estrella de Hollywood harta de estar expuesta a la opinión pública y decido encerrarme en una mansión con un mono y miles de libros (un día podemos hablar de los amigos imaginarios). Así que salí de la vida pública y me volqué en mi mundo interior del que me costó salir.
Y aquí estoy intentando todavía conciliar los dos momentos en uno nuevo. No es molesto porque son metas que alcanzar, lugares que descubrir. No sé quien me dijo aquello de "la utopía está a diez pasos de mí; avanzo diez y la utopía se aleja los mismos; pero tengo que seguir intentando alcanzarla". Cada uno tenemos nuestra pequeña utopía y no necesitamos llegar a ella, necesitamos intentarlo.
PD: La polisemia en los niños pequeños: "tato" es alto, salto y gato; "tata" es galleta, salta y pasta. De verdad que es un disfrute esto.

lunes, 13 de octubre de 2008

Lavinquelibromasbonico

Leo: "- Va bien acordarse de la primera vez de todo -dice-. La primera vez que me la casqué pensé que era algo que había inventado yo. Miré aquel puñado de porquería viscosa y pensé: con esto me voy a hacer rico." De "Asfixia" de Chuck Palahniuk.
Perdonad que insista en el dichoso libro pero me lo he leído en dos ratos y es una crónica estupenda del estado de la cuestión en el primer mundo. Además, ya estaba tardando en meter la típica morcilla onanista (¡qué bonita imagen!) que todo relato del día a día masculino debe tener: hoy me la he cascado, ayer no, anteayer dos veces, luego, no me acuerdo,... y así consecutivamente. ¡Así no podemos ser el sexo fuerte! ¡Ni de coña! Somos sexo y punto.
Sé que estáis de vacaciones, yo no. Pero tuve un encuentro muy gratificante el jueves, que sí estaba de puente. Y... a otra cosa. Hablando de sexos estuve viendo una antigua película de género que explota la figura de la femme fatale (esa Pandora cuyos antecedentes se pierden en el albor de los tiempos, que hace que los hombres que hacen cosas malas no sean responsables últimos de los actos) pero se muestra extrañamente comprensiva con una mujer adelantada a su tiempo, ambiciosa y, finalmente, enamorada de un "buen hombre", que la redime. Es decir, que a pesar de la misoginia que destila esta figura, la película se pone de parte de ella y sale victoriosa pese a todo (claro que debe ser castigada como es debido). La película: "La extraña mujer", gratis con el ABC del fin de semana.
Más cosas: he recibido un paquete con membrete almeriense, pero no hay ningún mensaje de afecto sólo un frío y feo título de un olvidable curso a distancia. Pena.
Al padrazo, que digo yo que "pringaíllo" podía ser un buen apodo, o el "güachin machín" que queda más castizo. Es feo y encima sólo hace que fregar y fregar. Me recuerda a mi época de recogefriegavasos. Quiérelo, es una tarea muy ingrata y, como les dicen a las madres de antes, "no está pagá".
Y hoy no posdateo que tengo que comer. ¡Ay, que con el hambre me da nostalgia!

miércoles, 8 de octubre de 2008

Paranoia Agent

Voy retrasado. Me pasa con casi todo, empiezo con ganas y disciplina y luego se me va la fuerza por la boca. Eso no significa que no siga estruyéndome las meninges, sino que soy un vago.
Leo en una agenda escolar europea entregada a los chicos de 4º de ESO: "si compramos productos falsificados contribuimos a financiar el terrorismo internacional, dos ejemplos:
- Los que pusieron la primera bomba en el World Trade Center, allá por el 93, se dedicaban al comercio de camisetas falsificadas.
- Participantes de las bombas del 11-M tenían un negocio de reproducción de CDs y DVDs."
Bonitos tiempos para la paranoia. El resto de la agenda sigue unos derroteros bastante sensacionalistas (para hacernos una idea, como los informativos de Antena 3) en cuestiones como el sexo (centrándose en el embarazo juvenil), las drogas (habla de botellones con un esquema donde se cifran por millones) o el medio ambiente (los datos son múltiples pero las soluciones pocas); pero en esta cuestión clama un poco al cielo: en un comentario sobre la agenda podríamos titular, "Bin Laden se gana la vida vendiendo CDs piratas de Bisbal". Aún así, un loable intento por conectar con el "mundo de los jóvenes" que ni siquiera van a leer el contenido de la dichosa agenda (por cierto, no pone nada de hecho con papel reciclado).

Leo: "El herrero sigue aporreando su trozo de metal, dos golpes rápidos y tres lentos, hasta que uno se da cuenta de que es la línea de bajos de una canción vieja de Radiohead que le gusta. Por supuesto va completamente ciego de éxtasis." Me encanta, es de un libro de Chuck Palahniuk, "Asfixia". Me gusta la literatura pop o posmoderna (no me pidáis más claridad), ésa en la que se mezclan géneros y es multirreferencial, ésa que hace literatura del chicle o de los Beatles. Palahniuk, Easton Ellis, Amis, DeLillo,... o incluso Bukowsky, todos anglosajones pero con buenas traducciones, creo. Me acuerdo de "American Psycho" de Brett Easton Ellis donde cada dos o tres capítulos había una monografía sobre algún cantante o grupo: U2, Huey Lewis and the News (¿os acordáis de la pegadiza canción con la que comienza "Regreso al futuro"?), Whitney Houston,... Iconos de serie B (no, no los equiparo con los grandes) pero que forman parte de mi existencia. Anteanoche me pregunté si seríamos como somos habiéndonos criado con "Crónicas marcianas" o "Física y química", en vez de nuestro "La bola de cristal" o "Barrio sésamo". Aunque suene a reflexión gratuita, pa' mí que no.

Estuve viendo el primer capítulo de "Pushing Daisies" (traducido aquí com "Criando malvas", a ver si la inglesa nos aclara si es buena o mala translación). Tiene gracia, en el momento en que parece decaer (tiene un comienzo muy frenético, demasiado bueno) le salva ese punto excéntrico que le han dado los creadores tanto visual como argumentalmente. El director del primer capítulo es un antiguo director de fotografía (hizo películas con los Coen: "Muerte entre las flores" o "Arizona Baby") convertido en realizador con gusto por la fantasía y lo kitsch: mis preferidas son "La Familia Adams" (sobre todo la segunda parte) y "Men in black". Lo que pasa es que no tiene freno y, si el guión flojea, no sabe qué hacer con la película y, sobre todo, con los actores (que sobreactúan de mala manera), ejemplos: "Wild Wild West" o "RV" (una con Robin Williams que ni os molestéis).

Y otra cosa, hay una cualidad de los niños pequeños que me encanta: ése punto que tienen melodramático, de pasar del llanto a la risa con una facilidad pasmosa. Y no son rencorosos. Los mejores actores del mundo y hacen caquita de pie. Si volviera a ser un bebé con lo que sé ahora no me quitan el pañal en diez años.

PD: Me encantan los comentarios que hacéis, de hecho, deberíais escribir en la página principal. Encontrar uno me produce casi la misma sensación que recibir una carta en el correo o recoger un paquete. No sé si me explico.

viernes, 3 de octubre de 2008

Hey, el dibujito que he hecho con I y - no ha salido como quería, os juro que era una cara sonriente. En fin...
IIIIIIIIIIIII IIIIIIIIIIIIII
I I I I
------- I I -------
I I
II IIIIII II

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
I I
I I
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Hoy tengo el típico bloqueo del escritor así que he hecho esta tontería. Oye, no está mal. Es algo que me gusta: hacer algo inútil para perder el tiempo; llenar esos espacios en los que deberías hacer algo, incluso importante, con una actividad del todo inane, vacía. A veces me he sorprendido haciendo verdadera arquitectura con trocitos de papel, intentando poner los bolígrafos y lápices de pie como si fuera una especie de funambulista de material escolar, moviendo una moneda entre los dedos, juntando las migas de pan encima de un mantel y haciendo extrañas formas con ellas, hojeando cualquier folleto absurdo de perfumería o alguna tienda de muebles,... o, simplemente, mirando a un punto indeterminado en la pared, pensando en nada (tengo la vaga ilusión que algún día, en una de ésas, se me ocurrirá "la gran idea" que cambiará mi vida y la del mundo entero y la del universo y la de mi madre).
Fue mi padre el que me inició en estas ocupaciones de lo absurdo: solía desperdiciar el tiempo como él solo y una de las cosas con las que lo perdía era haciendo figuras con la molla del pan (todas parecían diosas de la fertilidad minoicas, pero eso no lo sabía entonces). También se dedicaba a clasificar sus posesiones (nada lujoso) metódicamente: conchas, billetes de lotería, libros, películas, mecheros, cajas de cerillas, proyectiles vacíos,... Sí, pueden parecer ocupaciones inútiles pero lo más triste es que luego me he dado cuenta que es lo que lo mantenían más o menos cuerdo. Al final no hacía NADA.
Bueno, ya sabéis, si queréis añadir algo más, llamadme.
PD: Necesito una cerveza y un par de sonrisas.

jueves, 2 de octubre de 2008

El amor está en el aire (acondicionado)

¿Os acordáis cuando erais puros e inocentes y no conocíais ni la mitad de lo que sabéis ahora? Esa edad en la que tu única preocupación era tener veinte duros para las máquinas o para gominolas. La echo de menos. Necesito las cosas sencillas, simples, sin dobleces y crecer hace difícil mantenerlas así. A resultas de ser políticamente incorrecto, veo más en las mujeres esa cualidad de observar los matices, fijarse en los pequeños detalles. No me considero demasiado masculino en el sentido aparente del término, pero sí que me considero de trazo grueso. Es decir, lo veo todo como algo sólido, unido y, luego, a base de golpes en ocasiones, me doy cuenta de las partes, de la complejidad que encierra todo.
A ver si me aclaro un poco con un ejemplo: en las relaciones creía que lo único que importaba era quererse mucho y darse besitos en un portal, ir a cenar de vez en cuando y decir "lo preciosa que eres" y "cuánto te quiero". Bien, huelga decir que mi pareja lo veía todo de otra manera y desde el principio. Mi madre me dijo una expresión que resume parte de lo estoy intentando explicar: "mucho te quiero Pepico, pero pan poquico" (acuñada por una mujer, estoy seguro). El periodo de adaptación de un hombre normal a la lógica interna de las relaciones debe durar hasta que se acaba el "ciclo idiota" de una relación. Si continuas y no cedes, vienen mal dadas, agárrate los machos, muchacho.
Claro que personalizo mucho esta reflexión y sé que hay ejemplos de sobra para rebatirme, así que hacedlo, por favor.
Con esto entro también en una cuestión que ya dije en otra entrada que quería tratar: lo cínicos que nos volvemos en una relación larga. Y es que son los kilómetros y no la edad la que nos vuelve cínicos. Hoy en día casi todos los tópicos de las relaciones se han cumplido en mi caso, esos tópicos que creía caducos y "que a mí no me va a pasar". No es que no sea feliz, al contrario, lo soy pero de otra manera así que es inevitable añorar esos juegos que suenan a chiste ahora, que son ejercicios vacíos, fantasmas del pasado (¡puro cinismo!). Y esto es porque a estas alturas ha habido tantas peleas, desencuentros, encuentro, reconciliaciones que entramos en una dinámica que antes hubiéramos rechazado de pleno y ahora abrazamos. ¡El famoso polvo de reconciliación! ¿Qué es sino una manera de suavizar lo que nos hace daño?
Lo dejo, prefiero hablar de cosas prestadas y discos geniales: ayer escuché el nuevo álbum de Antony and the Johnsons en RNE3 ("Shake that devil" o algo así) y me dejó alucinado. ¡A bajárselo! Perdón, ¡a comprárselo!
PD: En una invitación de boda que he recibido hace poco encabezaba: "el amor es como el mar, se ve el principio pero no el final". Por lo menos rima. Y qué título más tonto he puesto hoy.

miércoles, 1 de octubre de 2008

King for a day, fool for a lifetime

Qué gran verdad: lo peor no es que arrojen tus posesiones por la ventana, lo peor es que se las queden y seas incapaz de recuperarlas. Creo que esa es la manera más difícil de recuperar un objeto aparentemente sin valor pero que para ti es sagrado: "hola, perdona, ya sé que te destrocé el corazón y nos gritamos cosas muy feas la última vez que nos vimos, pero ¿me podrías devolver mi CD de los Strokes y el pack de los Monty Python?". Y no nos tenemos que poner en el colmo, ¿cuántas cosas no nos hemos dejado en el camino por no ser más prudentes? (En mi caso la mayoría de lo que he perdido ha sido por culpa de vivir con unas hermanas ligeras en el préstamo). En un momento de euforia (y no tanto) dejas lo que sea a quien sea. Unas veces tú lo ofreces, otras te lo exigen sin recato: "¿tienes la última de Tarantino? ¿Me la puedo llevar?" Meeeec (pon sonido de bocina), error: ¿quién es ese tipo? ¿lo conozco? ¿confío en él? ¿responderá de mi DVD con su vida? ¿lo devolverá? ¿conozco donde vive? Muchas preguntas, lo sé. Para evitar olvidar alguna habría que pasar un cuestionario. Conocí a uno que rellenaba una fichita cada vez que prestaba algo, con tu nombre, el día que te lo prestó, etc. Un modelo a seguir, aunque no entraremos en el problema que tenía con su madre (hijo único, sobreprotegido,... ). Yo no puedo hacerlo, lo sé, pero se puede cambiar de estrategia y en estos tiempos de descargas y formatos comprimidos lo mejor es prestar sucios CDs resobaos y DVDs con siete películas grabadas con videocámara. Es una idea.
Atención, pregunta: ¿qué es lo que habéis perdido en un préstamo y tendríais más ganas de recuperar? En fin, algo que le tuviérais cariño. Yo puedo hacer un listado extenso y doloroso, os contaré uno de los que me desvela por las noches (soy coleccionista no lo puedo evitar): la primera vez que trabajé en mi vida gané unas 40000 pesetas recogiendo y fregando vasos de cubata y soportando a borrachos violentos. Cuando terminó la pesadilla, fui a una tienda de discos y compré un CD de coleccionista de The Police que costaba la friolera de 7500 pesetas de la época. Muy bonito, caja metálica, un concierto de la época punk de The Police que sonaba como grabado en su casa con un cassette, pero era mío y no sé quien más podía tener ese Santo Grial (también era edición limitada). Algo así lo tienes para enseñarlo, fardar un poco, lo normal (aunque, me repito, sonaba como el culo, de hecho, no llegué a escucharlo ni tres veces). Lo más flagrante de su pérdida, porque se perdió, es que no recuerdo habérselo dejado a nadie, ni nadie de los posibles sospechosos recuerda que se lo dejara. ¿Y por qué me duele más que otros? Por cómo sudé ese dinero, toda una lección de vida: no sabes lo que cuesta el dinero hasta que te lo ganas. Ya me pongo nostálgico.
Otra reflexión que me surge: ¿por qué si acumulas un montón de material siempre echas de menos lo que te falta aunque no sea ni el 1% de lo que tienes? No tiene sentido, pero es como todo: lo que te falta es lo que anhelas, lo que tienes... poned lo que queráis.
Responded a la pregunta. O no.